viernes, 6 de junio de 2008

I DUE FOSCARI

LIBRETO
El libreto (sólo en italiano), se puede encontrar
AQUÍ


SINOPSIS ARGUMENTAL
Tragedia lírica en tres actos con libreto de Francesco Maria Piave a partir del poema dramático “The two Foscari” de lord Byron, publicado en 1821. El estreno mundial se realizó en el Teatro Argentina de Roma el 3 de noviembre de 1844 bajo la dirección del primer violín Emilio Angelini y con los siguientes intérpretes:


Achille De Bassini
Francesco Foscari (barítono)
[octogenario Dux de Venecia]

Giacomo Roppa
Jacopo Foscari (tenor)
[hijo del Dux]

Marianna Barbieri-Nini
Lucrezia Contarini (soprano)
[esposa de Jacopo]



Baldassarre Miri
Jacopo Loredano (bajo)
[miembro del consejo de los diez]



Atanasio Pozzolini
Barbarigo (tenor)
[senador y miembro de la junta]



Giulia Ricci
Pisana (soprano)
[amiga y confidente de Lucrezia]



* Miembros del Consejo, de la Junta, doncellas, damas y pueblo


* Escenografia: Pietro Venier
* Director del coro: Francesco Maria Piave
* Al chémbalo: Giuseppe Verdi (3 primeras) y luego Pietro Romani


La acción tiene lugar en Venecia en 1457


ACTO I: En el palacio ducal, los miembros del Consejo se han reunido para deliberar sobre un caso en el que está involucrado Jacopo (el hijo del Dux), al que conducen ante ellos desde la cárcel para aclarar su implicación por un delito de traición a la patria.


En una de las salas del palacio de los Fóscari, Lucrezia se dispone a pedir justicia para su marido pero llega Pisana con la noticia de que Jacopo ha sido condenado al exilio en Creta.


Los miembros del Consejo de los Diez comentan entre ellos que Jacopo no se ha defendido de la acusación de haber mantenido correspondencia secreta con un Sforza (familia enemiga de la república) y que por eso es justa la sentencia a pesar de ser hijo del Dux.


En sus habitaciones privadas, el viejo Dux Francesco Fóscari, amargado, se enfrenta, con las contradicciones que le atormentan, a una penosa lucha interior entre el deber del hombre político y el cariño paterno. Llega Lucrezia quejándose de la decisión del Consejo, dictada, según ella, por odio y venganza. Solicita la ayuda de su suegro pero éste, por su condición, no puede inmiscuirse en la sentencia. Si bien Francesco queda impresionado por el coraje de su nuera, sólo les resta a ambos sentir compasión por el exiliado.


ACTO II: En la prisión estatal, Jacopo se considera inocente pero sabe que su padre no podrá defenderlo. Presintiendo su muerte, delira con una visión que le atormenta: se ve maldecido por el espectro de Carmagnola, caudillo condenado a muerte por la república. Espantado y alucinado por esa aparición que él cree real, se cae de bruces. Llega su esposa y de su boca recibe la noticia del destierro. El alejamiento de la mujer y de los hijos le parece peor pérdida que la de su propia vida. Hace su entrada el Dux aportando un poco de consuelo. Se presenta Loredano e indica al Dux que debe confirmar oficialmente la condena en la sala del Consejo y que ya está lista la nave que conducirá a Chipre al reo. Padre, hijo y esposa se abrazan desesperados.


En la sala del Consejo del palacio ducal, sus miembros solicitan la condena de Jacopo que es acusado de tratos con el enemigo y de haber dado muerte a un Donati (miembro de una familia veneciana). Aparecen Francesco y Loredano y tras ellos, Jacopo conducido por la guardia. Dirigiéndose a su padre, se declara inocente pero el Dux no puede hacer otra cosa que ratificar la sentencia. En un intento de conmover al Consejo, Lucrezia trae a sus dos hijos e insiste en las demandas de perdón. Es en vano: la mayoría de los senadores pertenecen al partido de Loredano. Lucrezia se desmaya en el límite de su resistencia.


Acto III: La piazzetta de San Marcos al atardecer. Está a punto de comenzar una regata. Hay ambiente de fiesta entre las gentes venecianas. En medio de tanta alegría, aparece el cortejo que conduce a Jacopo. El joven se vuelve hacia su esposa rogándole que alivie el dolor de su padre y que eduque a sus hijos en el valor y la virtud. Jacopo embarca en la galera que le conducirá al destierro mientras Lucrezia no puede contener su tristeza.


En los aposentos privados del Dux, el viejo Fóscari llora y lamenta la partida del hijo (el único que le quedaba de los cuatro que tuvo), al que no ha podido salvar y nunca volverá a ver. Entra Barbarigo con una buena noticia: el verdadero asesino del Donati ha confesado su culpa en un escrito cuando estaba a punto de morir. Por lo tanto, Jacopo puede demostrar que es inocente. Esta alegría es efímera pues Lucrezia, agitadísima, aparece diciendo que Jacopo ha muerto de dolor camino del destierro.


Se presentan Loredano, Barbarigo y lo miembros del Consejo de los Diez, exigiendo la dimisión del viejo Fóscari. Éste reacciona con orgullo pero acaba entregando el anillo y el tricornio, símbolos del poder. Cuando él y Lucrezia salen de la estancia, oyen las campanas de San Marcos anunciando la elección del nuevo Dux: un miembro de la familia de los Malipiero. Los enemigos de los Fóscari han ganado la partida. El viejo Fóscari muere de angustia en los brazos de Lucrezia, invocando el recuerdo de su hijo.


LOS AÑOS DE GALERAS
Desde el estreno de Ernani (1844) hasta el de Rigoletto (1851), transcurrieron siete años en los
que Verdi compuso ¡nada menos! que once títulos (el 40% de todas sus óperas). A este periodo tan intenso de actividad se le conoce con el nombre de “años de galera/s” o “de galeote” o “de prisión” o “de servidumbre”. Esta denominación está basada en una carta del propio compositor a su amiga la condesa Maffei (12 de mayo de 1858), donde se quejaba: “Desde Nabucco, puede decirse que no he tenido una sola hora de tranquilidad. ¡Fueron dieciséis años de galera!”. Mas tarde, la expresión alcanzó fortuna pero aplicándola sólo a una parte de su producción que se corresponde con el Verdi temprano (desde “I due Foscari” hasta “Stiffelio”).

Dos son las razones de este esfuerzo: las peticiones de los teatros para representar nuevas obras y el afianzamiento de su posición económica, aunque se suele esgrimir más la primera en detrimento de la menos romántica segunda. Es verdad que por aquel entonces había un ansia del público por “devorar” óperas (no olvidemos que el siglo XIX coincide con el esplendor del género). Pero no es menos cierto que al ser Verdi hijo de posadero y provenir del mundo campesino, sentía una atracción muy fuerte por el dinero: esto duró hasta que se hizo millonario con su arte que podría corresponder con la trilogía popular (Rigoletto, Il Trovatore y La Traviata), es decir, en su segunda etapa compositiva.

Estas circunstancias obligaron al músico a crear sin cesar una ópera tras otra y viajar continuamente para asistir a estrenos o supervisar reposiciones. En más de una ocasión su estado físico empeoró pues en esos años juveniles, Verdi estaba delicado de salud (padecía cefaleas y trastornos gástricos). Todo esto puede ser la causa de que el “periodo de galera” no resulte tan brillante como algunas óperas de sus comienzos y, sobre todo, como las que habrían de venir después. No obstante, debe tenerse en cuenta que Verdi siempre es Verdi y las palabras “mejor” o “peor”, sólo son aplicables a si mismo. En definitiva, los “anni di galera” son unos años de búsqueda y experimentación, en los que se va forjando el compositor para dar lugar a otras creaciones posteriores mas logradas. Pero no por eso pueden calificarse de despreciables ya que contienen el germen del Verdi futuro.

La génesis de I due Foscari (obra que inaugura su periodo de “galeote”) comenzó en los ensayos de Ernani, cuando el empresario florentino Alessandro Lanari, encargó a Verdi una nueva ópera para representar en el Teatro Argentina de Roma en la temporada de otoño de 1844. Fue compuesta en pocas semanas, retomando un proyecto que el maestro y su libretista (Piave), ya tenían en mente el año anterior y al que habían decidido renunciar por no lograr un acuerdo con la censura. Quedó terminada a principios del verano, aprovechando una estancia del compositor en Busseto y se estrenó en Roma el 3 de noviembre de 1844. Ni la música, ni la dramaturgia ni la actuación de los cantantes entusiasmaron a los espectadores. No fue pues un gran éxito, pero tampoco un fracaso, tal como relata Verdi en carta a su amigo Luigi Toccagni (periodista de la “Gazetta privilegiata di Milano”): “Poco ha faltado para que I due Foscari no haya fracasado del todo, en parte por los cantantes que han desafinado mucho, en parte porque las exigencias estaban al límite. El hecho es que la ópera ha sido casi un fracaso”. A pesar de estas palabras del siempre tan “optimista” Verdi y teniendo su obra una acogida tibia, el compositor fue agasajado y recibido en los círculos mas cerrados de la capital papal y el gobierno pontificio (que por aquel entonces regentaba Roma), acuñó una medalla con su efigie.

Para el estreno parisino de 1846, Verdi escribió un aria para Mariano de Candia (“Si lo sento, Iddio mi chiama”) que fue descubierta no hace mucho y grabada por Luciano Pavarotti en 1981.

PERFIL DE “I DUE FOSCARI”
Ópera íntegramente trágica, es, como escribiría el maestro pocos años después: “toda de un
color”. Cuenta una situación muy concreta en un corto espacio de tiempo y de ahí se deriva la monotonía del argumento. La música contribuye a crear un clima opresivo y melancólico que Verdi trataría de evitar en lo sucesivo, creando personajes con caracteres de mayor contraste.

Sin embargo, contiene bellezas melódicas que permiten un gran lucimiento de los tres protagonistas (soprano, tenor y barítono) y esto le debería asegurar una mayor permanencia en los escenarios. La orquesta está tratada con gran cuidado y parece como si el agitar del agua de la laguna veneciana estuviera presente en toda la partitura.

Verdi experimentó por primera vez con lo que podrían llamarse “temas característicos”, mediante los cuales, cada personaje está definido por una especie de célula o periodo musical que lo identifica en escena. Esta técnica la utilizaría después en contadas ocasiones, como, por ejemplo, Aida. Es el mismo principio que, posteriormente y de una manera diferente, usaría Wagner con su motivo conductor (leitmotiv).

El octogenario Dux Francesco Fóscari, es el típico rol de padre para barítono verdiano (muy habitual en sus óperas) que, en este caso, es su primer papel importante en la dualidad de padre y gobernante (íntegro como mandatario y tierno en los sentimientos hacia su hijo). La célula musical que le identifica en sus salidas a escena es la cuerda grave- violonchelos y contrabajos- desarrollando una figura melódica descendente que refleja fragilidad y vejez. Esta caracterización va muy bien al personaje y permite un claro clima intimista en todas sus intervenciones.

Lucrezia, al igual que las otras heroínas que le preceden, es un papel para soprano dramática de agilidad. Está definida como una mujer enamorada, fuerte, activa, noble y con carácter. Su aparición en escena se fija siempre con un “allegro agitato”, interpretado por instrumentos de arco y con una encabritada y enardecida melodía que nos dice de su constante agitación.

Jacopo es un rol para tenor lírico o lírico-ligero al que le toca ser culpable de un delito que no ha cometido. Por eso todas sus intervenciones tienen un carácter lamentoso y también lo es la caracterización musical que identifica sus apariciones: un fúnebre y melancólico tema en modo menor al que, apropiadamente, se une un solo de clarinete.

Hasta el Consejo de los Diez tiene célula temática: un “andante con moto” que refleja crueldad e intransigencia. No falta el color local, aprovechado claramente al principio del Acto III, cuando en la Piazzetta de San Marcos se baila y canta una barcarola.

Es evidente que con esta obra Verdi estaba buscando nuevos caminos pues no hay “ardores patrios” (mas tarde los seguirá habiendo) y no se encuentra la vitalidad, la energía y el vigor de tantas óperas juveniles que, con su fuerza arrolladora, eran la marca distintiva del compositor. I due Foscari constituye pues un caso aislado entre las óperas de aquellos años. Tiene un carácter más íntimo e intenta explorar horizontes. Pero la atmósfera que describe es demasiado trágica y luctuosa a pesar de haber intentado introducir elementos de variedad en el texto. Pese a la linealidad del poema original de Byron, Verdi y Piave consiguieron escribir un libreto de una notable coherencia y una progresión dramática de inusitado relieve. La ópera sirvió para proyectar otras posteriores y en ese sentido puede decirse que está superada. Sin embargo, si se escucha con detenimiento, tiene muchos encantos y por sus lucimientos vocales, no se explica como soportó durante decenios la desatención de los teatros. Parece que últimamente se está recuperando. Muy pronto va a ser representada, por ejemplo, en Bilbao en el ciclo “Tutto Verdi”.

FRAGMENTOS DESTACADOS

Estos podrían ser los momentos más interesantes:


1.- Acto I- Escena 4 Una página merecidamente famosa es la espléndida Aria del barítono “O vecchio cor che batti- Oh viejo corazón que lates


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2.- Dicha Aria enlaza con naturalidad con este dueto siguiente que mantiene con Lucrezia (“Tu pur lo sai- Tú bien lo sabes”). Es una escena intensamente conmovedora en la que el canto sirve para definir los caracteres, de un modo todavía esquemático, pero efectivo.


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3.- El finale de este dúo entre Lucrezia y su suegro (soprano y barítono), con su estructura en forma de cadena y su enorme arco melódico, anticipa el dúo entre Violetta y Germont de La Traviata.


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4.- Acto II-Escena 1 (en la prisión): Con la sucesión de monólogo dramático, dúo, terceto y cuarteto, Verdi muestra sensibilidad para la construcción formal y para una gradación llena de emoción. Podemos escuchar el monólogo del tenor que comienza por “Notte! Perpetua notte!”.


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5.- El terceto de la escena de la prisión, que comienza con “Nel tuo paterno amplesso- en tu paterno abrazo”, es emocionante: sólo unos pocos compositores podían conferir al dolor una expresión musical tan profunda.


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6.- La escena final de la ópera es de lo mejor que para el momento podía producir la efervescente inspiración verdiana con el soberano cantabile del barítono “Questa dunque è l’iniqua mercede- esta es pues la inicua gracia” y la cabaletaQual bronzo ferale- aquel bronce cruel” que adquiere una increíble fuerza a partir de los versos “D’un odio infernale la vittima io sono- de un odio infernal soy la víctima”. En su tiempo fue lo más popular de la partitura por su acierto melódico. (Como curiosidad, puede observarse en el audio, el motivo conductor “agitato” cuando entra en escena Lucrezia).


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DISCOGRAFÍA
No existen demasiadas grabaciones de esta desconocida ópera, entre las que hemos elegido dos, una en directo y otra en estudio:

AUDIO 1: Tullio Serafin (1957)
Francesco Foscari Giangiacomo Guelfi
Jacopo Foscari Mirto Picchi
Lucrezia Contarini Leyla Gencer
Orquesta: La Fenice de Venecia
Coro: La Fenice de Venecia
Grabado en directo
Arkadia; Melodram; Hunt








AUDIO 2: Lamberto Gardelli (1976)
Francesco Foscari
Piero Cappuccilli
Jacopo Foscari José Carreras
Lucrezia Contarini Katia Ricciarelli
Jacopo Loredano Samuel Ramey
Barbarigo Vincenzo Bello
Pisana Elizabeth Conell
Soldado del consejo de los Diez Mieczyslaw Antoniak
Criado del Dux Franz Handlos
Orquesta: Sinfónica ORF
Coro: Coro ORF
Grabado en estudio
Philips

Y en cuanto a DVD, nos quedamos con este:

DVD: Gianandrea Gavazzeni (1988)
Francesco Foscari Renato Bruson
Jacopo Foscari Alberto Cupido
Lucrezia Contarini L. Roark Strummer
Jacopo Loredano Luigi Roni
Barbarigo Renato Cazzaniga
Pisana Monica Tagliasacchi
Soldado del consejo de los Diez Aldo Bramante
Orquesta: Teatro alla Scala di Milano
Coro: Teatro alla Scala di Milano
Grabado en directo
Opus Arte


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