lunes, 12 de mayo de 2008

STIFFELIO

LIBRETO
El libreto en italiano y español, puede encontrarse
AQUÍ


SINOPSIS ARGUMENTAL
Drama en tres actos, libreto de Francesco Maria Piave a partir de la obra “Le Pasteur ou L’Èvangile et le Foyer (El Pastor o el Evangelio y el hogar)” de Émile Souvestre y Eugène Bourgeois, ofrecida en el Theatre de la Porte St. de París en 1848. La ópera fue estrenada en el Teatro Grande de Trieste el 16 de noviembre de 1850 con dirección del primer violín Giuseppe Alessandro Scaramelli y con los siguientes intérpretes:


* Stiffelio (tenor), Gaetano Fraschini
(pastor protestante asasveriano)
* Lina (soprano), Marietta Gazzaniga
(esposa de Stiffelio)
* Stankar (barítono), Filippo Colini
(padre de Lina)
* Raffaele Leuthold (tenor), Raineri Dei
(amante de Lina)
* Jorg (bajo), Francesco Reduzzi
(viejo ministro asasveriano)
* Federico di Frengel (tenor), Giovanni Petrovich
(primo de Lina)
* Dorotea (mezzosoprano), Amalia Viezzoli de Silvestrini
(prima de Lina)
* Fritz (actor), N.C.
(criado)


La acción tiene lugar en Alemania, en el castillo de Stankar (cercanías de la ribera de Salbach) a principios del siglo XIX.


ACTO I: En una sala del castillo de Stankar, el viejo Jorg lee un libro sagrado (el Mesías de Klopstock) que se cierra con un candado. Al ver llegar a Stiffelio con su esposa, desea que las delicias del matrimonio no distraigan al ministro de sus deberes religiosos.


Todos están contentos del regreso de Stiffelio después de un viaje de evangelización. Stiffelio se encuentra un tanto confuso por el relato que le ha hecho el barquero Valter: ha visto lanzarse al agua desde una ventana del castillo a un hombre que dialogaba con una mujer que parecía muy nerviosa. No le reconoció, pero en su huida perdió unos papeles que Stiffelio arroja al fuego sin mirarlos. Raffaele y Lina respiran aliviados pues ellos son los protagonistas de este incidente.


Raffaele, en un aparte y queriendo seguir con esta relación adúltera, le dice a Lina que le dejará un escrito dentro del libro sagrado que estaba leyendo Jorg, en el que indicará la hora y el lugar del próximo encuentro ya que Lina posee una llave de ese libro. Pero Stankar vigila esta conversación, convencido de que Raffaele ha deshonrado a su hija. Varios amigos recién llegados festejan a Stiffelio.


Cuando al fin se queda sólo el matrimonio, Stiffelio tiene la sensación de que Lina le rehuye pero ella lo niega. Recuerdan los momentos felices en que se conocieron y enamoraron y lamentan el tiempo en que deben estar separados. Él le dice que en estos recorridos ha encontrado muchas mujeres sin pudor. Lina tiembla pero Stiffelio le abraza alabando su fidelidad. De repente ve que no tiene en su mano el anillo de casada y Stiffelio pregunta por el anillo. Lina no sabe que responder. Stiffelio manifiesta una agresiva reacción de la que es distraído por la llegada de los amigos que solicitan su compañía.


En soledad, Lina horrorizada reza a Dios pidiendo ayuda y se decide a confesar su culpa al marido en una carta. Su padre llega, se la arranca de las manos y ordena silencio para evitar un dolor extremo a Stiffelio y eludir la deshonra familiar.


Raffaele desliza un escrito en el libro sagrado pero es observado por Jorg. En la habitación contigua tiene lugar una espléndida fiesta para celebrar la vuelta a casa de Stiffelio. Jorg se acerca a Stiffelio anunciándole que dentro del libro que tiene Federico, se oculta la prueba de una traición. Stiffelio cree, en principio, que esa traición es de Federico. Dorotea le pregunta cual será el motivo de su próximo sermón. El ministro responde que versará sobre la traición y toma el libro sagrado de manos de Federico. Como está cerrado le pide a Lina que lo abra. Esta se resiste. Entonces le quita el libro de las manos y fuerza la cerradura. Del libro, Stiffelio extrae un papel que le es arrebatado rápidamente por su suegro para destruirlo. Stiffelio demuestra su ira y en la confusión general, Stankar desafía en duelo a Raffaele.


ACTO II: Cerca del templo de los asasverianos se levanta un antiguo cementerio al que llega Lina muy agitada para rezar ante la tumba de su madre. Tras ella viene Raffaele que le reitera su pasión. Ella le rechaza enérgicamente, exigiéndole la devolución del anillo. Raffaele amenaza con decirle la verdad a Stiffelio.


También llega Stankar para el duelo pactado pero Raffaele lo rechaza debido a su edad. Entonces Stankar le insulta recordándole sus orígenes bastardos. El ruido de la lucha llega a oídos de Stiffelio que separa a los contendientes. Stankar no se contiene y revela a su yerno que es Raffaele quien le ha traicionado. Aparece Lina que lo confirma. Stiffelio va a abalanzarse sobre Raffaele pero en ese momento se oyen cánticos desde la iglesia vecina y se detiene. Jorg le invita a entrar en el templo. Lina cae de rodillas y Stiffelio se derrumba a los pies de la cruz.


ACTO III: Raffaele que se ha fugado, escribe una carta a Lina en la que le propone que se reúna con él. Esta carta ha caído en manos de su padre y Stankar se siente deshonrado. Piensa en el suicidio para que acabe todo pero se entera, por la entrada del viejo Jorg, que Raffaele va a ir a visitar a Stiffelio y esto renueva sus ansias de venganza.


Se encuentran Raffaele y Stiffelio y éste último, en vez de enfrentarse con su rival, quiere saber que haría él si Lina fuera libre. No sabe que responder por la sorpresa. Entonces es invitado a esconderse en una habitación contigua donde podrá escuchar el diálogo que va a desarrollarse a continuación entre Lina y Stiffelio.


Este propone a Lina el divorcio para resolver la situación entre ellos. Ella, aunque en principio se niega argumentando que todavía le quiere, acaba firmando el escrito de divorcio. No hay nada más que hablar. Pero entonces Lina le pide que la escuche en confesión. Confiesa su culpa y dice que no podrá encontrar la paz con ningún otro pues le ha amado siempre y aquello fue una aventura pasajera por encontrarse sola. De improviso Stankar entra con una espada ensangrentada manifestando que ha matado a Raffaele. Lina vuelve a pedirle perdón y Stiffelio entra en el templo.


En el púlpito, Stiffelio abre el libro de los evangelios y comienza la lectura del episodio de la mujer adúltera. Mira a Lina y termina con estas palabras: “y la mujer perdonada, se levantó”. Lina entiende que es perdonada porque Dios lo ha querido.


PRESENTACION
Si Luisa Miller (ópera inmediatamente anterior) ya se encuadraba dentro del grupo de óperas
menos conocido por el gran público (a pesar de “Quando le sere al placido”), con Stiffelio se repite el mismo caso pero elevado a una potencia mucho mayor. La historia del pastor protestante engañado por su esposa y a la que finalmente perdona, constituye la última obra verdiana de la llamada “época de galeras”. Y como tal, siguiendo la tendencia comenzada, marca el futuro de lo que habría de venir: más profundidad en el desarrollo psicológico individual de los personajes y búsqueda incesante del diálogo escénico para llegar a captar situaciones en movimiento.

Son tres los únicos protagonistas con personalidad propia pues los demás sólo son sombras pero Verdi otorga a estos poco desarrollados personajes una participación muy activa en los conjuntos. Por eso lo primero que hay que destacar son las escenas concertantes que marcan dramáticamente la acción y están ya a la altura de las grandes producciones posteriores. De entre ellas elegiremos el septeto del acto primero “Oh qual m’invade ed agita” que se enmarca dentro de la amplia escena de la carta, justo cuando va a desvelarse el misterio de su origen y destinatario. Lo haremos con las siguientes versiones:

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El carácter sobrio, contenido y concentrado de Stiffelio, representado por el tenor protagonista, influye en su manera de cantar, evitando agudos extremos e inclinándose más por el recitado que por el tradicional belcantismo. Pero como también su forma de ser es de algún modo colérica, hay momentos con ciertas manifestaciones de ira. Sus intervenciones son abundantes pero han de juzgarse mejor en su conjunto pues salvo la famosa “Non solo all’iniquo”, quedan bastante diluidas en la acción. Para proponer una segunda opción, nos inclinamos por “Me disperato abbrucciano” donde demuestra confusión e ira.

Non solo all’iniquo
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Me disperato abbrucciano
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Lina, la esposa infiel, tiene una vocalidad de corte más tradicional y está próxima a una soprano spinto. Es probable que alguno piense, al escuchar los cortes que vamos a poner, que en esta ópera la parte de soprano es mas atractiva musicalmente que la del tenor. Empecemos por una escena que comprende un preludio orquestal, a continuación el recitativo “Oh cielo dove son io?” y finalmente el aria “Ah, dagli scanni eterei”, ubicada en un cementerio, de noche, con la luna iluminando las tumbas y la protagonista agitada por remordimientos ¿se asemeja a algo? ¡Claro que sí! Es el precedente directo de una escena equivalente con Amelia en Un ballo in maschera. La segunda audición corresponde a la Preghiera: “A te ascenda, oh Dio clamente”, precedida por el recitativo “Tosto ei disse”.

Scena
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Preghiera
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Para definir a Stankar, lo tenemos resuelto diciendo que se trata de un padre verdiano que, en este caso, obliga a su hija a no confesar su adulterio al marido para salvar la honra de la familia. Es el único personaje que tiene un soliloquio de ¡nada menos que diez minutos en escena! y no se sabe bien si en ello tuvo algo que ver el barítono Colini cuando la estrenó o fue el propio Verdi quien le quiso dar “esa recompensa”. De esta larga escena destacaremos el recitativo “Lasciar tutto! Stiffelio! la mia figlia!” seguida del aria “Lina, pensai che un angelo” y también la cabaleta “Oh gioia inesprimibile

Lasciar tutto!
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Oh gioia inesprimibile
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STIFFELIO
De regreso en Busseto después del estreno de Luisa Miller, Verdi comenzó a buscar un tema que se ajustara a las orientaciones que quería dar a su arte. La relación de posibles bases literarias es variada y abundante y se conoce bien por su correspondencia: va desde el Hamlet de Shakespeare al Filippo de Alfieri. Piave, a su vez, le propuso la adaptación de una pieza francesa que narraba una historia bastante vulgar sobre un pastor protestante que perdonaba a su esposa adúltera. En principio, no parecía que había nada revolucionario en este argumento burgués cuya acción era contemporánea.



Verdi era mas partidario de hacer la adaptación de “El rey Lehar” pero Cammarano se negó pues estaba demasiado alejado de sus trabajos habituales. Así las cosas y viendo que Ricordi había conseguido vender a los responsables del Teatro Grande de Trieste la edificante historia de Stiffelio que iba a ser representada también en teatro en esa misma localidad, no tuvieron más remedio que ponerse a trabajar en la obra aunque tanto el libretista como el músico no se sentían verdaderamente entusiasmados.


Durante el verano de 1850 Piave fue a instalarse en el palacio Cavalli (era una de las pocas personas admitidas en la intimidad de la pareja). Giuseppina, algo celosa por la complicidad artística que reinaba entre los dos hombres, se esforzó por no demostrarlo y buscó la forma de atraerse a su favor a Piave. El trío trabajó en perfecta armonía y a principios del otoño la partitura estaba terminada.


El maestro y su libretista llegaron a Trieste en los últimos días de octubre, instalándose en el Gran Hotel, muy cerca del puerto. En cuanto dieron comienzo los ensayos, empezaron a circular por la ciudad rumores sobre una posible censura de la obra. No se equivocaban pues tres días antes del estreno, Verdi y Piave fueron convocados por el consejo de administración del teatro municipal y se les intimó gentilmente a modificar algunos pasajes del libreto.


Ya no se trataba de frases que pudieran provocar reacciones patrióticas sino algunas situaciones que, según las autoridades municipales, resultarían chocantes para “la muy mojigata y muy católica población triestina”: el perdón desde el púlpito del pecado de adulterio; el sacrilegio de mostrar en el escenario un altar, un crucifijo y reclinatorios; y para colmo, el introducir música sacra en una historia que describe a una mujer infiel. Verdi y Piave tenían que elegir entre abandonar el lugar con una indemnización económica o someterse a las exigencias de los censores. Aunque llenos de furia, optaron por llevar a cabo lo que el músico consideraba como “una castración de su ópera”.


El desdichado Stiffelio fue reducido de jefe de una congregación protestante a un simple sectario que no predicaba ni confesaba. El crucifijo, el púlpito y el altar fueron enviados al depósito de utilería. En cuanto al texto, fue abundantemente mutilado y transformado, con reiteradas amenazas por parte del censor (el señor De Lugnani) de actuar con rigor contra los autores y el editor de la ópera, si se cantaba un solo verso que se saliera del pacto al que se había llegado con la censura.


La obra que el 16 de noviembre de 1850 se presentó al público, fue una ópera mutilada, censurada y remendada en el último momento. Consta que Verdi escribió la obertura dos días antes en su apartamento del Gran Hotel. A pesar de los estragos causados por lo censores, fue mayor aún su mérito al lograr, sino un triunfo, al menos un moderado éxito. La revista “La favilla” atacó a la censura por “haber arruinado la partitura”, pero la ópera fue tildada de obra maestra: “Verdi ha cosechado un éxito sin precedentes en su difícil tarea de encontrar nuevas formas”. Asimismo “L’osservatore triestino” dejaba constancia de que “la ópera no había alcanzado el auténtico triunfo que merecía por culpa de los censores pero Verdi había hecho un excelente trabajo”.


La técnica de composición de Verdi en Stiffelio casi alcanza el nivel de sus obras venideras pero no se ensambla todavía en un estilo homogéneo. Es una ópera de tres personajes ya que tan sólo tienen desarrollo psicológico el tenor, la soprano y el barítono. Los demás roles carecen de personalidad y no tienen arias solistas pero son muy importantes en los concertantes.


A este respecto, destacaremos especialmente el tratamiento de los conjuntos que pueden asociarse plenamente a la etapa de madurez verdiana: el septeto de introducción que comienza con “Ah, persino la memoria”, el del primer final (“Oh, qual m’invade ed agita”), el cuarteto del segundo acto (“Ah! Era vero”) y el sencillo y poderoso final con la lectura bíblica sobre la adúltera, que entusiasmaba a Verdi. Este final es uno de los más originales de las obras del maestro.


La personalidad de Stiffelio, hombre maduro que debe comportase con moderación y prudencia, algo fanático y con reacciones, a veces, descontroladas, dictó a Verdi una vocalidad de tenor algo especial con una escritura mas bien central: tenso recitato, sobriedad de líneas y registro agudo moderadamente alto. Se trata de un nuevo tipo- una excepción- entre los tenores de Verdi: canta en ocasiones con el talante colérico de otros personajes tenoriles pero permanece la mayor parte del tiempo en una actitud reflexiva. Por la actuación del tenor, un crítico de la época hizo la observación de que: “Verdi se había distanciado del ideal del belcanto”. De sus numerosas participaciones destacaremos además de las ya puntadas, sus tres partes solistas en la primera escena con Lina, que casi no llega a ser dúo (“Piacer!... T’inganni”), (“Ah no, il perdono è facile”) y (“Ah v’appare in fronte scritto”); y su bellísima intervención en el dúo con Lina del tercer acto que comienza con “Inevitabili fù questo coloquio”.


Lina, la soprano infiel, tiene una tesitura spinto con páginas solistas muy atractivas, incluso, si se quiere, más que el tenor. Dos han sido ya citadas: la “preghiera” y la impresionante escena del cementerio del segundo acto, precedida por una introducción orquestal al estilo de La Traviata, seguida del aria “Ah, dagli scanni eterei”, pieza de magnífica inspiración para definir con su desgarrado lirismo, el estado psicológico de la protagonista presa de remordimientos de conciencia. No siempre se canta la hermosa cabaleta que sigue al aria y que, desde luego, está en el original pero es un poco innecesaria dramáticamente.


Para Stankar, baste decir para entendernos, aunque sea repetirse, que es uno de los abundantes “padres verdianos” y como tal requiere la tesitura de un barítono flexible y con agudos. En este caso particular y aunque defiende a su hija, también le obliga a ocultar a su yerno su infidelidad para salvar así la honra de la familia. Además de acompañar en los conjuntos, su rol es importante pues participa en dos páginas fundamentales: la primera es una larga escena con dúo entre él y su hija en el acto primero que comienza con “Una lettera!” mientras que la otra es un soliloquio (la página solista mas larga, con diferencia, de toda la obra) al comienzo del tercer acto, del que ya se han mostrado ejemplos, que requieren de un especial matiz en el canto entre lamentoso y desesperado como corresponde a la situación que está viviendo.


Después de su estreno en Trieste la ópera se representó de inmediato en otras ciudades italianas. En algunas, como por ejemplo Roma pero también en Florencia, Nápoles, Catania y Palermo, intervino la censura y hubo de cantarse con cambio argumental y con el título de “Guglielmo Wellingrode” donde el pastor asasveriano fue convertido en un poco concreto, hábil y virtuoso ministro, maquillándose numerosas situaciones.


En cinco años Stiffelio desapareció de la circulación (por su controvertido argumento y por la presión que ejercían las obras posteriores) y no se recuperó hasta tiempos muy recientes. Como a Verdi le gustaba el tema porque lo consideraba sobrecogedor, en 1857 hizo una revisión bastante profunda que se llamó Aroldo cuyo protagonista se cambia por un cruzado. Ya hablaremos de ella cuando corresponda.


En 1968 se representó en el Teatro Regio di Parma con Gastone Limarilli y Angeles Gulín, estando a la batuta Peter Maag. En 1972 la recuperó el Teatro San Carlo de Nápoles con un Mario del Monaco casi sesentón y otra vez la Gulín, dirigidos por Oliviero de Fabritiis.


Mas recientemente dos tenores españoles han demostrado interés por este rol: José Carreras lo cantó en el Coven Garden en 1993 acompañado por Catherine Malfitano con dirección de Edward Downes y Plácido Domingo lo hizo en el MET en 1994 con Sharon Sweet y al palo James Levine.


La última reposición de la obra es muy reciente pues se trata de mayo del 2007 en el Coven Garden con José Cura, Sondra Radvanovsky y a la batuta Mark Elder.


DISCOGRAFÍA
De las versiones de esta ópera, nos quedamos con esta grabación:

AUDIO- Peter Maag (1968)
Stiffelio Gastone Limarilli
Lina Angeles Gulin
Stankar Walter Alberti
Raffaele Beniamino Prior
Jorg Antonio Zerbini
Orquesta: Teatro Regio de Parma
Coro: Teatro Regio de Parma
Grabado en directo
Melodram; Nuova Era



Y en cuanto a DVD, con esta otra:

DVD- Edward Downes (1993)
Stiffelio José Carreras
Lina Catherine Malfitano
Stankar Gregory Yurisich
Raffaele Robin Leggate
Jorg Gwynne Howell
Federico di Frengel Lynton Atkinson
Dorotea Adele Paxton
Orquesta: Royal Opera House Covent Garden
Coro: Royal Opera House Covent Garden
Grabado en directo
Pioneer

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