martes, 11 de enero de 2011

OTELLO





LIBRETO
Puede encontrarse AQUÍ el texto original en italiano, con su correspondiente traducción al español.

SINOPSIS ARGUMENTAL
“Dramma lirico” en cuatro actos, con libreto de Arrigo Boito, a partir de la tragedia “Othello”, de William Shakespeare, estrenada probablemente hacia 1604. La ópera fue representada por primera vez en el Teatro alla Scala de Milán, el 5 de febrero de 1887, con dirección de Franco Faccio, siendo sus principales intérpretes:

Francesco Tamagno
Otello (tenor)
[General moro de la armada veneciana]

Victor Maurel
Jago (barítono)
[Alférez de Otello]

Romilda Pantaleoni
Desdémona (soprano)
[Esposa de Otello]

Ginevra Pretrovich
Emilia (mezzosoprano)
[Esposa de Jago]

Giovanni Paroli
Cassio (tenor)
[Capitán de Otello]

Vincenzo Fornari
Roderigo (tenor)
[Gentilhombre veneciano]

Francesco Navarrini
Ludovico (bajo)
[Embajador de la República Veneciana]

Napoleone Limonta
Montano (bajo)
[Antiguo gobernador de Chipre]
Angelo Logomarsino
Un heraldo (bajo)

Soldados, marineros, damas, gentilhombres y gente del pueblo

Escenografía: Carlo Ferrario, realizada por Giovanni Zuccarelli
Vestuario: Alfredo Edel
Director y diseñador de la maquinaria: Luigi Caprara
Director del coro: Giuseppe Cairati
Concertador: Giuseppe Verdi

La acción tiene lugar en la isla de Chipre a finales del siglo XV.

ACTO I: Ante la ciudadela, el pueblo teme por el general Otello, quien- de regreso a casa después de su victoria contra los turcos- está luchando en el mar con una terrible tempestad que se ha desencadenado de improviso. Finalmente el barco consigue llegar sano y salvo al puerto y todos dan la bienvenida al héroe.

El alférez Jago no comparte la alegría general pues está resentido por no haber sido nombrado capitán: no perdona que este puesto haya sido ocupado por Cassio. Por eso planea vengarse, eligiendo en esta ocasión a Roderigo como instrumento de sus intrigas.

Jago emborracha a Cassio y consigue provocar una pelea entre éste y Roderigo. Así los encuentra Montano, el oficial de guardia a quien Cassio debe relevar. Intenta separarlos Montano, pero al ser recriminado por su evidente borrachera, Cassio se enfurece y arremete contra él. Se provoca con esto una gran algarabía.

Montano resulta herido y el tumulto atrae la atención de Otello, que, furioso, impone la paz y destituye en el acto a Cassio, al ver su estado de embriaguez. El maligno plan de Jago ha empezado ya a dar sus primeros frutos.

Restablecida la calma, Otello y Desdemona renuevan sus promesas de amor en la noche cálida y estrellada, entrando abrazados en sus aposentos.

ACTO II: En un salón del castillo que da al jardín, Jago continúa intrigando. Esta vez aconseja a Cassio hablar con Desdemona para que interceda a su favor ante Otello y así conseguir recuperar el grado de capitán.

Una vez sólo, Jago nos da cuenta de su personalidad, lúcidamente demoniaca, con su famoso “Credo” o, mejor dicho, su “falta de credo”, pues concluye con una manifestación de ateismo amargo y desesperanzado, algo nada usual para la época.

Se ve a lo lejos como pasean Desdemona y Emilia. Jago, asomándose al balcón, hace una indicación a Cassio para que aproveche el momento. Aparece Otello y puede observar que su esposa está hablando con Cassio. Con insinuaciones cada vez más nítidas, Jago consigue meter al Moro el veneno de los celos al recomendarle que esté atento a lo que ocurre entre su esposa y el bello Cassio pues puede que él esté enamorado y ella le corresponda.

Desdemona, ignorante de todo, escucha una serenata que le ofrecen los marineros, sus esposas y sus hijos. Después se acerca a Otello y trata de hacerle recapacitar sobre Cassio. El Moro, con esto, incrementa sus sospechas y, muy agitado, trata con rudeza a la pobre Desdemona.

Ella, pensando que su esposo no se encuentra bien, trata de enjugarle la frente con su pañuelo. Otello la rechaza y el pañuelo cae a tierra. Emilia, la doncella, lo recoge pero Jago se lo quita a la fuerza. Las dos mujeres se marchan.

El Moro, destrozado por las sospechas, pide pruebas a Jago de la infidelidad de su esposa. Èste le cuenta que, en cierta ocasión, cuando Cassio dormía a su lado, le oyó confesar en sueños que amaba a Desdemona. Además le dice que ha visto el pañuelo de su esposa en manos del joven capitán. Otello, ciego de celos, jura vengarse de la infamia mientras Jago se une al juramento.

ACTO III: En la gran sala de recepciones del castillo, se están preparando para recibir a una delegación veneciana. Mientras esperan, Jago comenta con Otello que hará hablar a Cassio y podrá escuchar la conversación para sacar sus propias conclusiones.

Aparece Desdemona insistiendo en pedir clemencia para el degradado capitán, lo que despierta aún más los celos y la ira del marido. Otello, entonces, exige el pañuelo que le dio como prenda de amor y advierte que si lo hubiera perdido o regalado, sería una gran desventura. La esposa se asusta al oírle hablar así y él la insulta, acusándola de ser infiel como una cortesana inmunda, obligándola a que se retire. En un momento de reflexión, Otello acaba lamentándose de haberle sido arrebatado lo único que le daba felicidad, lo único cuya pérdida no podrá soportar.

Jago corre al encuentro de Cassio pero antes hace que Otello se esconda en un hueco del balcón para que desde allí pueda observarlo todo. La conversación entre ambos es captada a medias por el Moro, quien sólo reconoce palabras sueltas. Pero en su arrebato, cree que hablan de Desdemona. Y la confirmación de infidelidad se produce cuando Cassio saca el pañuelo y lo exhibe: lo ha encontrado en sus aposentos y cree que ha sido depositado por alguna admiradora desconocida. Otello ve el pañuelo y decide matar a su esposa. Jago se ofrece a ocuparse de Cassio.

Llega la delegación veneciana presidida por Ludovico que da instrucciones para que Otello regrese a Venecia, dejando a Cassio al mando. Delante de la horrorizada multitud y de la delegación ducal, Otello humilla, maltrata y arroja al suelo a su esposa, para acabar maldiciéndola. Cuando los presentes se marchan, ahuyentados por el propio Moro, éste desfallece y cae al suelo en medio de terribles convulsiones. Mientras, Jago, exultante por su triunfo, se burla de él.

ACTO IV: En su alcoba, Desdémona- ayudada por Emilia- se prepara para acostarse. Recuerda con tristeza una melancólica canción que entonaba sin cesar una de sus sirvientas cuando fue abandonada por su amante. Luego reza un Ave Maria y finalmente despide emocionada a su doncella y se adormece.

Entra Otello y contempla dormida a su esposa. La besa y ella se despierta. Otello le echa en cara su culpa pidiéndole que se ponga a bien con Dios, pues va a morir y no quiere condenar su alma. Ella defiende enérgicamente su inocencia pero el Moro, sordo a sus súplicas, la ahoga con sus brazos.

En ese momento, llaman a la puerta. Es Emilia, que viene a dar la noticia de la muerte de Roderigo, que había intentado asesinar a Cassio: Otello se lamenta de que éste siga vivo. Al comprobar que su señora yace moribunda, pide ayuda: entran Ludovico, Jago, Cassio y Montano. Este último comenta al resto que antes de morir Roderigo ha contado la maligna trama urdida por Jago, quien, al verse perdido, huye sin dar ninguna explicación.

Otello, sumido en la más negra desesperación y transido de dolor, se acerca al lecho donde yace su difunta esposa y se clava un puñal. Antes de morir, aún tiene tiempo de besar por tres veces a su amada y siempre fiel Desdemona.


LA LARGA GENESIS
Del estreno de “Aida (Diciembre de 1871)” a la primera representación del “Otello (Febrero de 1887)”, transcurrieron mas de quince años. Este largo periodo sólo fue interrumpido musicalmente por la revisión del “Simón Boccanegra (1881)” y la reducción a cuatro actos en italiano del “Don Carlos (1884)”. Dentro del catalogo verdiano no operístico hay que añadir además la “Misa de Réquiem (1874)”.

Después del triunfo que supuso para Verdi el estreno de “Aida”, el compositor había llegado a la cumbre de su fama. Con sus cincuenta y ocho años, bien acomodado económicamente y muy molesto por las acusaciones de “imitador de Wagner” que algunos críticos le hicieron, no parecía que estaba dispuesto a prolongar más allá su ya dilatada carrera.

Hombre vitalista por naturaleza, aunque abandonara momentáneamente la composición, seguía teniendo múltiples ocupaciones como por ejemplo: su nombramiento como senador real, la administración de sus fincas, el seguimiento de sus derechos por las distintas producciones de sus obras, sus numerosos viajes y compromisos, la creación de entidades filantrópicas (Hospital comarcal para pobres y la Casa de reposo para músicos), etc.

Por eso, durante mucho tiempo se pensó que “Aida” iba a ser su última ópera. Varios son los factores que provocaron su vuelta en los escenarios a la ya avanzada edad de setenta y tres años.

En primer lugar hay que mencionar la “encerrona” en la que metieron al maestro, Ricordi, su editor, y Franco Faccio, famoso director de orquesta: en una comida a la que fueron invitados en 1879, mientras el matrimonio estaba en Génova. Salió “por casualidad” en la conversación el Otello de Rossini y el modo en el que el libretista había estropeado su versión. El editor vio que Verdi estaba interesado y rápidamente se lo comunicó a Boito, quien, al día siguiente se presentó en casa de los Verdi con un esbozo de libreto que el músico agradeció mucho, animando al escritor a que lo completara. Pero como es mas que evidente, no se tomó ninguna prisa y a oleadas, fue discutiendo el texto con el libretista hasta que quedó a su entera satisfacción. Desde entonces familiarmente se conocía esta ópera como “el proyecto chocolate” y la música vendría mucho después.

Otro factor que debe considerarse es la muerte de Wagner producida en Venecia el 13 de febrero de 1883. Es evidente que el músico alemán era el principal rival del maestro. Verdi nunca había sido un gran admirador de la dramaturgia wagneriana: al principio creía que el autor de la Tetralogía estaba “loco” para luego pensar que su música era “bella pero aburrida y pesada”. Finalmente llegó a admirarle pero procuró siempre diferenciarse de él en nombre de la especificad del arte lírico italiano.

Por eso su muerte suscitó en el viejo maestro sentimientos encontrados: de una parte tristeza y compasión por ese competidor que tenía su misma edad y de otra un secreto alivio al verse libre de un rival que se adelantaba permanentemente a su tiempo. Verdi tenía pues el campo explícito para demostrar en lo que le restaba de vida, que él había sido por lo menos el igual del gigante sajón en el siglo y en el mundo.

Así las cosas, parece que nuestro gran músico estaba casi decidido a emprender la composición del Otello pero en la primavera de 1884 se enteró por la prensa de que durante un banquete ofrecido en Nápoles a Arrigo Boito- el libretista de Otello- por su estreno en la ciudad de “Mefistofele”, éste manifestó, seguramente influido por los efluvios del vino, que habiendo terminado hace mucho tiempo el libreto de Otello y por la poca prisa que el maestro se estaba dando con la partitura, se reprochaba no haber compuesto él mismo la música de la obra.

Estas manifestaciones sentaron como un tiro a Verdi, nuestro gran hombre de fuerte carácter, y para calmarlo, evitando que devolviera el libreto aún por componer, hizo falta toda la diplomacia del director de orquesta Franco Faccio y una carta manuscrita por el propio Boito, en la que se humillaba ante Verdi y le suplicaba que “no abandonase Otello”.

Afortunadamente fue suficiente para continuar, dando lugar al período de gestación propiamente dicho en el que el compositor pasó por breves pero intensos momentos de excitación creadora y otros de cansancio y abatimiento, en los que dejaba de escribir y pensaba en abandonarlo todo. Allí estaba Boito para ayudarle y animarle en estas circunstancias difíciles.

La lentitud del trabajo no se debía sólo a los efectos de la edad y los ataques de pesimismo. Influyó también de manera decisiva su preocupación por ofrecer a la posteridad una obra que representara su testamento artístico y ello implicaba que debía ser perfecta sin dejar nada al azar. Estaba en juego su honor de creador y representante de una cultura nacional de la que, muerto Manzoni, se sabía el principal, sino el único, defensor.

Desde el momento en que se había puesto a trabajar seriamente a principios de 1884, Verdi empleó casi dos años en terminar su partitura, el último de los cuales lo dedicó completamente a la orquestación, la elaboración de decorados y vestuario y a la búsqueda de los principales intérpretes.

LA APOTEOSIS
Las semanas anteriores al estreno de una nueva ópera, siempre habían sido para Verdi períodos de gran tensión y Otello no fue una excepción. Todos los profesionales del mundo de la música sabían desde hace tiempo que el maestro estaba preparando desde hacia años una nueva producción y esperaban el acontecimiento ya fuera para poner por las nubes al campeón de la ópera italiana o para asistir a su fracaso frente a la nueva ola triunfante del wagnerismo.

Estos últimos días del año 1886 constituyeron una dura prueba para los nervios del compositor: Terminar definitivamente la orquestación, discutir con Boito la perfecta adecuación entre el texto y la música, reforzar y corregir algún pasaje que consideraba débil, adaptar otros momentos a las posibilidades de los cantantes, preocuparse de la escenografía, etc.

Bien puede decirse que quería supervisarlo todo y con esto se convirtió en el primer productor/director en la historia de la ópera. Así puede deducirse del contrato firmado con Ricordi, mediante el cual: 1.- Le permitía realizar todos los ensayos que considerase necesarios 2.- Que éstos deberían tener lugar a puerta cerrada 3.- Que se reservaba el derecho de suspenderlos 4.- Que prohibía la representación de su ópera, incluso después del ensayo general, si es que no estaba personalmente conforme con los resultados 5.-Que la orquesta, el director musical y el conjunto de personal que trabajaba en la ópera, dependerían exclusivamente de él 6.- Que no se podía llevar a cabo el estreno sin su autorización 7.- Que de lo contrario exigiría una indemnización de cien mil liras que estarían a cargo de Ricordi si la dirección del teatro no lo hacía.

Terminada su partitura a principios de noviembre de 1886, Verdi escribió a Ricordi en el colmo de su excitación: ¡“Le escribo para decirle que Otello está completamente terminada! ¡Realmente terminada! ¡¡¡¡Por fin!!!!”.

Para el estreno, Verdi y Peppina salieron de Génova el 4 de Enero de 1887 y llegaron al Hotel de Milán hacia el mediodía. Inmediatamente empezaron los ensayos y la puesta a punto de la producción. Verdi estaba en todo, pero con un humor insoportable y una exigencia sin límites. Al ser mayor el desafío, se mostraba aún más malhumorado, más tiránico y más propenso a los arrebatos de cólera. Hay que decir que fue una dura prueba, superada con creces por el maestro, pero no lo fue menos para los músicos de la orquesta, coristas, intérpretes, maquinistas, registas y todo aquel que participaba en la obra, fuera de un modo directo (a la vista del público) o indirecto.

Su magisterio más riguroso se ejerció principalmente con los cantantes, no sólo para enseñarles como debían cantar una escena, sino también como debían interpretarla. En una ocasión se arrojó al suelo rodando al pié de la cama de Desdémona para mostrarle a Tamagno el desesperado dolor de Otello después de haber matado a su esposa. Todos creyeron que el viejo maestro se había roto los huesos pero él se puso en pié sin problemas.

Algunos días antes del ensayo general el rey Humberto le entregó al maestro las insignias de la Cruz de la orden de San Mauricio y San Lázaro, una de las más altas distinciones que otorgaba la corona para honrar a sus súbditos más ilustres. El maestro lo consideró un buen augurio para el futuro estreno.

Ya en el mes de enero hubo señales de que la ópera sería un éxito pues todos los días se formaban grandes colas ante las taquillas de la Scala. La empresa no podía conformar a todas las personas que solicitaban entrada no ya para el estreno sino para cualquier otro día posterior: hacía tiempo que habían puesto el cartel de “localidades agotadas”. No obstante las entradas se vendían en el mercado negro y el propio Verdi recibía todos los días montones de peticiones que transmitía a la dirección del teatro.

Otello se estrenó el 5 de febrero de 1887 y constituyó en unánime opinión, la apoteosis de Verdi. Había tanto público que fue necesario instalar varias decenas de asientos suplementarios en el foso de la orquesta para ubicar a las personalidades que sólo a última hora habían podido conseguir esas entradas de favor.

Estaba presente en la representación toda la élite de la ciudad y la de toda Italia y Europa entera. Desde las primeras escenas la sala se vio arrastrada por un huracán de entusiasmo con cataratas de aplausos. Cuando cayó el telón del primer acto, Verdi tuvo que subir a escena para recibir las aclamaciones del público y lo mismo ocurrió después en los tres actos restantes. La última caída de telón fue seguida por un verdadero delirio: la gente aplaudía a rabiar, gritaba, agitaba sus pañuelos, lanzaba ramos de flores al escenario y llamó varias decenas de veces a Verdi para que subiera al palco escénico.

Por un momento pareció que el público no se iría nunca de la sala y cuando finalmente lo hizo, se produjeron escenas igualmente delirantes en el exterior: desengancharon los caballos del carruaje del maestro e intentaron levantarlo en volandas, pero como no pudieron, se limitaron a arrastrarlo a mano hasta el Gran Hotel. La situación era delirante: todos querían tocarlo, hablarle y arrancarle un pedazo de ropa. Finalmente llegó a sus habitaciones pero tuvo que salir al balcón para recibir más aplausos y más aclamaciones hasta una hora avanzada de la noche. Para que el maestro, que estaba congelado, pudiera ponerse a resguardo, el tenor Tamagno le reemplazó en el balcón y cantó nuevamente el “Exultate”. Se tiene constancia por los escritos que bajo el balcón del hotel, Verdi recibió aclamaciones del público y la orquesta que había participado en el evento, tocó música hasta las cinco de la mañana.

EL PERFIL
Con la composición de Otello, Verdi desafió al wagnerismo triunfante en aquellos momentos y apostó por la renovación del arte lírico italiano pero manteniéndose siempre fiel a sus tradiciones y a su genio particular en el que siempre están presentes todas las obras anteriores, incluidas las, a veces, denostadas óperas patrióticas de su primera época.

Con esta partitura Verdi creó una obra que marcaba el punto más alto de una evolución iniciada alrededor de veinte años atrás con “Don Carlos”. Que esa evolución se desarrollara en forma paralela al camino realizado por Wagner, no significa que el compositor tomara como modelo a su colega alemán sino que, pura y simplemente, partiendo de premisas diferentes, nutridos de una cultura musical diferente, ambos llegaron a conclusiones análogas en cuanto a la relación de la melodía con la armonía.

En “Otello” el discurso musical es perfectamente continuo. No hay separación entre los recitativos y las arias. La orquesta no está allí sólo para acompañar el canto sino que dialoga con los cantantes y dispone de una autonomía que no tenía en obras anteriores. Pero Verdi con esto, no imita a Wagner como tampoco lo hizo en “Aida”, ya que ninguna de las óperas del maestro son sinfónicas, pues la trama orquestal sigue estando al servicio de la acción y de la voz. El bussetano había logrado la cuadratura del círculo creando una ópera decididamente italiana al hacer coincidir la relativa autonomía concedida a la orquesta y el pleno florecimiento del discurso vocal que requiere ya de unas voces mucha mas sólidas al estilo de lo que posteriormente sería el verismo: toda una revolución.

LOS PERSONAJES
Tres son los principales personajes de la tragedia: Otello, escrito para tenor dramático, Yago, barítono con musicalidad y fraseo unidos a una gran teatralidad y Desdémona, para soprano lírica con ribetes dramáticos

La caída de Otello en el abismo de los celos, parece demasiado fácil sino se tiene en cuenta que es un maduro militar, lejos ya de su juventud, que se ha abierto camino en un mundo hostil y ha logrado situarse en la élite de una cerrada sociedad de blancos.

En definitiva un hombre duro que ha conquistado difícilmente su prestigio al que no ha ayudado en absoluto su color de piel. La culminación de su fama es la batalla de Chipre y con ella consigue el corazón de Desdémona que es el colmo de su felicidad.

Otello tiene una interna inquietud que Yago no hace mas que avivar. Es la inquietud del desclasado entre ricos, del ilegítimo, incluso del acomplejado. Sabe que todos a espaldas suyas se refieren a él como “el negro” que por mucho que ascienda siempre tendrá algo de ilícito su éxito.

La inestabilidad del protagonista se debe a una suma de complejos que no puede superar. Ahora que lo ha conseguido todo sería quizás el momento de morir, tal como manifiesta en su dúo de amor.

El roll de Yago representa el sentimiento del fracasado que no ha podido hacer frente a la victoria ardua y difícil de Otello. Puede parecernos un nihilista pero es muy probable que no hubiera urdido la diabólica operación de suscitar los celos del general moro, si él le hubiese nombrado capitán en lugar de a Cassio. No es raro que busque la perdición de quién siendo más débil, aparezca como el más fuerte y prestigioso. Decir finalmente que es tan importante este personaje en la obra que, en un principio, el título de la ópera iba a ser “Yago” en lugar de “Otello”,

La víctima de la tragedia es Desdémona, que en su lengua original quiere decir desgraciada. Representa el último y envidiable trofeo de Otello. La maquinación de Yago no sería posible sin la lealtad y la ingenuidad de Desdémona como tampoco lo sería sin la inseguridad que deslegitima al moro ante si mismo.

FRAGMENTOS DESTACADOS
NOTA: para todos los interesados, las 7 grabaciones utilizadas tienen el siguiente reparto:
Año de grabación: 1947
Arturo Toscanini ..................................Director
Ramon Vinay …………..Tenor…….… Otello
Giuseppe Valdengo ……barítono……. Iago
Herva Nelli ….................Soprano........ Desdemona
Virginio Assandri,............Tenor…...…..Casio
Leslie Chabay.. ….....…..Tenor……… Roderigo
Nicola Moscona...............Bajo……..… Lodovico
Coro: NBC Chorus, New York
Orquesta: NBC Symphony Orchestra, New York

1.- La tormenta (Acto I escena 1): Comienza la obra (sin obertura) en medio de una fortísima tempestad. El pueblo de Chipre estando en el puerto para recibir las naves de Otello que vienen triunfantes de la batalla, se tropieza de pronto con el fulgor impetuoso de la naturaleza que puede hacer zozobrar los navíos. Amplio momento de esplendor para el Coro subrayado por furiosas trompetas. Al fin, y tras de mucho esfuerzo, consiguen salvarse. Al poner el pie en tierra, Otello canta el breve airoso “Esultate- (Alegraos … el orgullo musulmán quedó sepultado en el mar)”, como única intervención individual. Toda la escena se desarrolla en medio de la tormenta, brillantemente descrita por la orquesta, la cual mantiene la tensión en todo momento. Es una de las más grandes tempestades del arte lírico.

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2.- Dúo de amor (Acto I escena 3): Es el final del primer acto que termina con este dúo entre los protagonistas. Comienza con “Gia nella notte densa- (Ahora en la quieta noche……)”. Es uno de los más bellos y delicados de la historia donde no faltan momentos de exaltación y lirismo. La escena la introduce el violonchelo constantemente apoyado por las cuerdas. Culmina en la petición de un beso por Otello a Desdémona, perdidamente enamorado y que no acaba de dar crédito a su felicidad. Este tema del beso será recurrente a lo largo de la obra. La escena al final se diluye en pianísimo buscando un efecto de lejanía de gran belleza.

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3.- “El Credo de Yago (Acto II escena 2)”: A solas, este personaje medita entonando su “Credo” que en realidad consiste en no creer en nada (“Vanne la tua meta gia vedo” “Credo in un dio crudel”- (Ve, ya adivino tu final…. Creo en un dios cruel…..)”, autentica declaración de falta de principios con gran fuerza dramática. Por él comprendemos que está dispuesto a todo, no tanto por sus manifestaciones sino por la fuerza terrible de la música, un recitativo declamatorio seguido de un aria diabólica, que dibuja al personaje con los colores de la paranoia y el ridículo y con los matices del ser auténticamente peligroso.

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4- Final del Acto II: Yago conseguirá aquí sembrar la semilla de la desconfianza en Otello y hacerle dudar del amor y la lealtad de Desdémona. En este dialogo que se desarrolla entre ambos, las partes declamadas alternan con las intervenciones de una orquesta atenta a subrayar y definir tanto la astucia del malvado escudero como el tormento del moro. Así puede observarse en el desesperado acento de Otello en “Ora e per sempre (Ahora y por siempre….) y en el recitativo de Yago “Ardua impresa sarebbe- Ardua empresa sería…..” seguido del airoso sobre el falso sueño de Cassio “Era la notte (Era de noche, ……..)”. La escena termina en una autentica conspiración para buscar pruebas de la culpabilidad de la joven.

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5.- Monologo de Otello (Acto III escena 3): Después de una violenta escena en la que Otello reclama a su esposa el pañuelo que cree ha regalado a Cassio, el protagonista, a solas, entona este desgarrado diálogo dominado por un airoso: “Dio mi potevi scagliar (Dios, pudiste mandarme……)”. Un estallido orquestal marca el insoportable tormento de Otello.

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6.- “La canción del sauce” y el “Ave Maria” (Acto IV escenas 1 y 2): En sus habitaciones, Desdémona se prepara para pasar la noche. Se siente nostálgica y entona una canción (la del sauce) oída en su niñez a una sirvienta. Trata sobre una muchacha que muere por su amado, ejemplo claro de lo que ella estaría dispuesta a hacer. Introducida por un motivo musical que ya se ha escuchado al iniciarse el acto, es una melodía dulcísima que aparece ya en el texto original inglés, pues se trata de un canto popular. A continuación reza sus oraciones (“Ave Maria piena di grazia”) en un parlado subrayado por acordes que conducen al bellísimo fragmento “Prega per chi adorando”, diluyéndose finalmente en el “Amen” y en el sueño de la protagonista. Ambas escenas han estado presididas por una sórdida tensión llena de presagios, disfrazados de un lirismo que no oculta el miedo y el peor de los presentimientos.

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7.- Final ”Niun mi tema (Que nadie me tema)”: Tras asesinar a Desdémona, Otello sumido en una loca desesperación al enterarse de la conspiración de que ha sido objeto, decide quitarse la vida. En un recitativo propicio al histrionismo, pronuncia el monologo de despedida de su esposa. Tras apuñalarse, se arrodilla junto al cadáver y le pide un beso con lo que aparece nuevamente como motivo musical recurrente provocando el fin de la ópera.

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DISCOGRAFÍA
Muchas, pero muchas son las grabaciones existentes sobre esta obra, ya sea en audio o en video y en versión directa o en estudio. No queremos prolongar más el tema ni suscitar suspicacias en nuestros lectores, por lo que nos limitaremos a indicar tan sólo dos versiones (audio y video), que resultan interesantes, pero debe quedar claro que hay muchas más.

1.- AUDIO (OTELLO- Giuseppe Verdi)
Director….............…..Carlos Kleiber (1981)
Otello....................... Plácido Domingo
Yago ....................... Silvano Carroli
Desdémona............. Anna Tomowa-Sintow
Orquesta: Teatro alla Scala di Milano
Coro: Teatro alla Scala di Milano
Grabado en directo Artist

2.- VIDEO – DVD (OTELLO – Giuseppe Verdi)
Director……….…Georg Solti (1992)
Otello…………. Plácido Domingo
Yago……….….. Sergei Leiferkus
Desdémona.…. Kiri Te Kanawa
Cassio …….…... Robin Leggate
Roderigo…….. Ramón Remedios
Ludovico…….. Mark Beesley
Montano……... Roderick Earle
Emilia………… Claire Powell
Orquesta: Royal Opera House Covent Garden
Coro: Royal Opera House Covent Garden
Grabado en directo

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenísimo. pero tengo un duda, se de la existencia de una version de Otello para su estreno en Francia (que contiene un ballet y nueva música en el tercer acto) existe alguna grabación de esta version???

Juanba dijo...

Efectivamente estás muy bien informado. Se estrenó el 12/10/1894con traducción de Du Locle y Arrigo Boito. No he podido conseguir versión ni discográfica ni videográfica. Se que la darán en la ABAO con motivo del "Tutto Verdi" que están realizando, pero no se cuando. Habrá que esperar hasta cuando sea pues es una rareza

Juanba dijo...

Espero haberte satisfecho

Jorge Luis Argüero dijo...

Juanba..!!
El día 6 de febrero de 2011, Anónimo dijo lo que dijo. Vos mi buen amigo, le respondiste con admirable explicación, el día 10 de febrero de 2011. Esperaste una "nueva-noticia" de Anónimo, el día 26 de febrero de 2011.-
Han pasado un par de años y yo estaba dándome una vueltita para aprender nuevas cosas de "Verdi, siempre Verdi" por tu, como siempre digo, extraordinario blog y a falta de agradecimiento (esperando que nada malo le haya ocurrido a "Don Anónimo"... Yo te digo Muchas Gracias y no soy mejor que "naides". Te envío un Saludo Cordial y Mil Gracias.-

Unknown dijo...

quien es el director de iluminación?